Ayer recibí la visita de unas amigas, vinieron a festejar mi cumple que es al final de esta semana. Vinieron, porque no he podido cacharlas en las últimas reuniones… la maternidad me tiene a full.
Y es que llegando a esta etapa de mi vida, me he encontrado con que el ser madre de tiempo completo es un poco solitario. Estás tratando de entender a la cría y hay dos puntos importantes que emergen: uno siente que puede ser un poco agobiante para los demás también comerse los lloriqueos, las persecusiones y los cantos a capella a todo pulmón de tu pequeñ@. Y el otro punto es que si tus amistadas no tienen descendientes, puedes causarles un coma hablando de crianza, mocos y cacas, que seguramente no tendrán aún como algo cotidiano y que uno aprende casi hasta a amar.
Aunque realmente me doy cuenta de que si el amor en la amistad es fuerte y sincero, pues no es que les agrade mi plática escatológica, pero seguro me escuchan porque son mis intereses los que importan, porque para eso están las amigas, para escuchar sobre los intereses, penas y alegrías de la otra. Espero no ser tan cansona con mis temas de crianza, tanto que un día prefieran no hablarme para juntarnos, aunque sepan que tal vez no lo logre. Por otro lado es una delicia escuchar sobre temas de amores fugaces o principiantes, eso nos encanta y siempre son fascinantes.
El tener amigas es una inyección de energía impresionante, y creo que por eso mi par no se molesta cuando salgo de vez en cuando con ellas, sino al contrario, apoya en lo que puede para que lo logre. Yo creo, secretamente sopesa: un café con las amigas vs. terapia semanal, jajaja. Salimos ganando todos. Yo con esa inyección de energía, relax y alegría que me da el pasar un rato chismeando, y él con mi semblante tranquilo cuando regreso a casa.
¡Por eso son mi «gas», nenas, por eso las quiero y valoro tanto!